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Inseguridad v/s ansiedad

Sicología
Hagan sus Apuestas

Por Juan Pablo Díaz, Siquiatra

Escribo esta columna pensando en ese enorme grupo de jóvenes, que podrían ser sus hijos, los míos, y también en nosotros, sus padres, habitualmente preocupados por ellos. Lo hago, sorprendido por el comentario
de un hijo, que al igual que sus amigos, dicen leer mis columnas, pero las consideran orientadas a personas mayores, mientras ellos, los jóvenes de entre veinticinco y treinta años, están tomando las decisiones más trascendentales de sus vidas. A continuación, transcribo un diálogo entre dos jóvenes de veintiocho años.



- ¿Lo vas a hacer ahora o después? - ¿Después de qué? - Pensabas casarte. - Lo estoy dudando, no sé si irme afuera primero o quedarme acá, no más. - Yo que tú me voy, compadre, la oportunidad no hay que desperdiciarla. - ¿Y qué hago con la Maca? - Vuelves a buscarla, cuál es el problema, todo está tan cerca ahora, incluso podrías venir para la Pascua. - Prefiero esperarla, después veremos si nos vamos juntos. - Atrévase compadre. - La voy a echar mucho de menos, a ella y a todos ustedes. - Te llegó el momento, viejito, tienes que jugártela no más. - Mi problema es que no estoy seguro si es lo mío, piensa que esto es para siempre. - Yo que tú me lanzo, no más. - Lo sé, pero me c... de susto.

A esa edad todo es posible, pero nada está garantizado. Los dados están lanzados y los resultados aún se hacen esperar. Es el comienzo de un camino que parece definitivo, pero igual incierto. No debiera extrañarnos la gran cantidad de jóvenes que juegan póker.

En la conformación de las parejas, los pololeos se van haciendo "eternos de largos" y la necesidad de "definir las cosas" comienza a presionar las relaciones. Las carreras universitarias ya están finalizando, muchos se han titulado y todos están deseosos de lograr la anhelada autonomía económica. Las promesas para "cuando seas grande" se han ido concretando, con pruebas a la vista, títulos enmarcados o guardados en el clóset, anillos regalados o anunciados, las apuestas sobre la mesa, pero aún falta mucho por hacer. Comenzar la construcción de una carrera exitosa, especializarse para competir, pasar exámenes psicológicos para ingresar al mercado laboral y enfrentar los temores y dudas de siempre.

Los sentimientos predominantes en esta etapa son la inseguridad y la incertidumbre. No se trata sólo de identificar las oportunidades, sino de tener el coraje de tomarlas o dejarlas pasar, hacerlo ahora o seguir esperando un mejor momento, quedarse acá o irse, comprometerse o hacerse el leso.

Inseguridad no es lo mismo que ansiedad, muchas veces se confunden y se potencian entre sí. La inseguridad es normal en situaciones donde no se cuenta con la suficiente información o los resultados son inciertos, es algo inevitable; pero para muchos jóvenes la inseguridad se les hace insoportable y se ven obligados a buscar puntos de apoyo donde aferrarse. Los más ansiosos trazarán su camino definitivo con mucha anticipación, como queriendo controlar el futuro y disminuir al máximo la incertidumbre. Los relajados se tomarán todo el tiempo del mundo para buscar, probar y, por supuesto, cambiar de opinión todas las veces que sea necesario. Yo les recomiendo a los jóvenes: "Jamás dejarse guiar por la ansiedad", es la peor consejera al momento de tomar una decisión, ya que las apresura innecesariamente o las posterga hasta límites inadmisibles. La solución es muy sencilla, basta confiar en tu intuición y dejar fluir los acontecimientos.

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