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Según estudios de psicología existen heridas emocionales comunes de la niñez que influyen en cómo se ve y afronta la vida cuando crecemos.
A menudo, las heridas emocionales de la infancia se extrapolan hacia la adultez como si se acabaran de experimentar. Por lo tanto, es de suma importancia ayudar a nuestros hijos a gestionar su mundo emocional y a superar las heridas. En este sentido, todo padre debe tener en cuenta de que esto se trata de un trabajo en equipo.
Los padres deben constituir no solo un apoyo y una guía a lo largo del desarrollo humano; también deben saber educar con amor y estar conscientes de que, en este proceso, puede que ellos mismos también tengan mucho que re-aprender y reevaluar.
En otras palabras, a la hora de transitar por el mundo emocional, nadie tiene la última palabra. Se trata de estar dispuestos a crecer, asumir los cambios con buen talante y buscar ser mejores, juntos.
Ningún ser humano nace aprendido y mucho menos en lo que se refiere a cómo comportarse, reaccionar, sentir y pensar. Por lo que se debe tener paciencia con los hijos y valerse adecuadamente de la inteligencia emocional para ayudarles a construir un mundo emocional estable y sano.
Las 7 heridas emocionales más comunes
Ya sea que este miedo sea o no infundado se basa en el miedo al rechazo social, a perder la protección de la figura de apego, entre otros factores.
El niño que tiene miedo al rechazo y crece con ello se convierte en una persona de baja autoestima, poco amor propio, que sacrifica sus opiniones para adoptar los criterios de los demás.
La ansiedad de separación
El temor a ser separado de sus padres y sentirse solo y abandonado durante la niñez forma a un adulto temeroso, tímido, siempre carente de afecto y por lo tanto inseguro y sumiso.
La humillación
Ser humillado lo mismo dentro del plano familiar que social cuando sus parientes o compañeros minimizan sus cualidades y se burlan de ellas, lo critican y lo desaprueban, forma lo mismo a un ser humano tímido y sufrido que tiránico y despiadado.
La injusticia
El ser víctima de exigencias injustas o de reprimendas no acordes con sus faltas hace a un niño inseguro, desconfiado de todos y todo. En la adultez puede convertirse en alguien pesimista y negativo que también opta por criticar de manera desmedida a quienes le rodean.
La traición
Cuando los adultos no cumplen las promesas que le hacen y sus expectativas no se convierten en realidad el niño en cuestión puede terminar por ser alguien desconfiado y poco sociable. Ahora bien, además de las anteriores existen otras dos heridas emocionales que también son comunes y seguramente toda vez que te las planteemos nos darás la razón.
La falta de afecto
Esta es una de las heridas emocionales que más daño hacen. Quien crece despojado de afecto está condicionado a ser infeliz. Se sabe que el afecto es tan necesario como los alimentos, el aseo o la atención de las enfermedades porque el cerebro, así como el resto del cuerpo, necesita ser estimulado y provisto de todo cuanto necesita.
Cuando los niños tienen carencia de afecto son más vulnerables a contraer enfermedades de todo tipo, perciben un retraso en su desarrollo físico, tienen trastornos en el comportamiento, sufren de estrés y tienen dificultad para relacionarse.
La falta de afecto en la infancia es una de las heridas emocionales que se arrastra hacia la edad adulta y forma a adultos fríos, insensibles, con baja empatía y con dificultad para sentir amor.
El abandono emocional
El abandono emocional cuando se es niño es otra de las heridas emocionales que aunque no se quiera llegan hasta la adultez como si se tratara de una enfermedad genética. Los hombres y mujeres que de niños se vieron privados de la cercanía de sus padres crecen sintiéndose vacíos y poco apreciados.
El abandono emocional es un suceso que se da cuando los padres, bien porque no tienen tiempo para estar con sus pequeños o porque no sienten afinidad por ellos, se mantienen alejados física y espiritualmente.
Esta herida emocional es vista como un tipo de maltrato infantil que así como la carencia afectiva es complicada erradicar toda vez que la persona creció con ella. No pocas veces es un golpe que conduce a la depresión y la tristeza crónica.
El abandono emocional es un suceso que se da cuando los padres, bien porque no tienen tiempo para estar con sus pequeños o porque no sienten afinidad por ellos, se mantienen alejados física y espiritualmente.
Esta herida emocional es vista como un tipo de maltrato infantil que así como la carencia afectiva es complicada erradicar toda vez que la persona creció con ella. No pocas veces es un golpe que conduce a la depresión y la tristeza crónica.
¿Cómo evitar causarle heridas emocionales a mi hijo?
Para no causarle heridas emocionales a tu hijo podemos recomendarte:
- Dedicar más tiempo a su crianza atendiéndolo directamente todas las horas que puedas y no delegando su formación en terceros
- Conversar los temas que le interesan, debatir sus puntos de vista y solventar sus dudas
- Nunca compararlo con los demás. Si quieres que tu niño se comporte como otros y salga mejor en las pruebas, por ejemplo, estimúlalo a investigar y estudiar
- Tratar sus miedos y no minimizarlos
- Premiarlo, alabarlo, destacar sus cualidades y aplaudir sus logros. Así levantarás su autoestima
- Prestar tiempo y en cualquier caso pedir ayuda especializada para tratar temas como la muerte de familiares, el divorcio de los padres, su timidez, la verdad de su origen (adopción), entre otras.