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Por si lo borran en el futuro, lo transcribo.
Por si lo borran en el futuro, lo transcribo.
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Así, impulsados por esta patología, los trastornos mentales y del comportamiento están liderando, por primera vez desde 2008, las causas de licencias médicas del sistema privado, al concentrar el 19,8% del total de los permisos, seguidos por las enfermedades de los sistemas respiratorio (19,4) y osteomuscular (15,6%), de acuerdo al estudio que elaboró la Superintendencia de Salud (ver infografía).
“Entre 1995 y 2005, los problemas de salud que originaban el mayor número de las licencias médicas eran, en primer lugar, enfermedades del sistema respiratorio; en segundo lugar, enfermedades del sistema osteomuscular y del tejido conjuntivo, y, en tercer lugar, los trastornos mentales y del comportamiento. A partir de 2006, los trastornos mentales pasan a ocupar el segundo lugar de importancia, llegando inclusive en 2008 a ocupar el primer lugar, para volver a retomar este sitial en el último año”, asegura el estudio, que aclara que los episodios depresivos constituyen el 46,9% de estas patologías y que, a continuación, se ubican los trastornos de ansiedad (24,7) y de adaptación (19,7%).Mariana Labbé, psiquiatra de la U. San Sebastián, explica que el episodio depresivo se caracteriza porque la persona “pasa la mayor parte del tiempo triste, angustiada, tiene problemas de concentración, insomnio y baja su apetito. Si por más de tres semanas tiene estos síntomas, uno puede decir que está cursando un cuadro depresivo”.
¿A qué se debe la recurrencia de estos diagnósticos? Alvaro Jeria, docente de la U. Católica y jefe de Hospitalización Psiquiátrica del Hospital Sótero del Río, dice que “en Chile hay un fenómeno de transición epidemiológica, que es pasar de los problemas más comunes de países subdesarrollados -como alta mortalidad materna o infantil y donde las infecciones son la primera causa de muerte- a tener la carga de enfermedades de países desarrollados, donde las patologías de salud mental representan un porcentaje importante. En Chile, eso estamos viendo”.?
Jeria añade que el aumento de estas patologías no sorprende, pero sí preocupa, “porque no las estamos tratando como deberíamos. La cobertura en isapres de estas enfermedades es muy reducida, salvo las enfermedades que están en el Auge/GES (esquizofrenia, depresión, trastorno bipolar y consumo perjudicial o dependencia de alcohol y drogas). El especialista, plantea, además, que el Estado debe tomar decisiones al respecto: “El gasto público en salud mental alcanza apenas un 2,2%, pese a que la Organización Mundial de la Salud recomienda que sea del orden del 5%. La salud mental no recibe la misma atención y relevancia que la salud física”.
Carolina Pezoa, psicóloga de la U. Central, sostiene que en la sociedad chilena “se está generando un grado de frustración muy elevado, que tiene que ver, por ejemplo, con los medios, la realidad social o la política, que están dando a conocer desigualdades sociales, y eso decanta en trastornos mentales”.
Por su parte, Rodrigo Figueroa, psiquiatra de la Red UC Christus, añade un componente laboral a los trastornos mentales: “Se ha visto un alza del 7% de las licencias por enfermedades de salud mental en los últimos 10 años, en isapres y Fonasa. Hay estudios que estiman que del total de estas patologías, entre un 15% y un 45% son atribuibles al estrés laboral. Cuando el trabajador tiene poco control sobre el tiempo o el modo de trabajo, se genera más estrés”.
Sobre este aspecto, Pezoa apunta a que “todavía hay un recelo hacia los trastornos mentales, un dejo de los empleadores por no creer. Esto tiene que ver con que no tienen evidencia física que sea tan manifiesta como otro tipo de enfermedades, porque quien la padece es el sujeto internamente. El sabe cuántas horas está durmiendo o cómo está su concentración, etc.”.
Efecto del programa Auge
El presidente de la Asociación de Isapres, Rafael Caviedes, afirma que la inclusión de trastornos mentales en el programa Auge/GES es una causal del aumento de los permisos médicos por trastornos mentales y del comportamiento, que el año pasado demandaron un gasto directo de $ 60 mil millones a las aseguradoras, sin considerar las licencias que posteriormente se reclamaron o reconsideraron.
“La incorporación de estas patologías de alguna forma han visibilizado en la sociedad un problema que no está siendo bien abordado”, dice Caviedes, quien agrega que otro elemento inflacionario es el mal uso de las licencias que se entregan por causa siquiátrica. “El episodio depresivo es probablemente la patología que es más fácil usar para fines que no tienen que ver con la enfermedad, es decir, para abusar. Los mismos médicos plantean que es fácil que un paciente lo engañe, memorizando los síntomas y exponiéndolos en la consulta, y para recurrir al beneficio en forma fraudulenta, porque en estos casos no hay una comprobación fácil, como ante una fiebre, cuando el termómetro evidencia de inmediato la veracidad”.
El superintendente de Salud, Sebastián Pavlovic, aclaró que la frecuencia de estos permisos reafirma la utilidad de que el Auge incluya trastornos mentales, con diagnóstico, tratamiento y control garantizados. Sin embargo, sostuvo que “hay un porcentaje importante de personas que no usan el programa, sino que se atienden por libre elección, donde no hay una buena cobertura. Por eso, hay que revisar cuál es esta razón, si falta información o si la red que tienen las isapres para ofrecer los tratamientos mentales no las incentiva a tratarse en éstas”.
Según datos de la superintendencia, en promedio, la cobertura que otorgan las aseguradoras privadas llega al 32,3%, casi la mitad del resto de las patologías.
Al respecto, Caviedes afirma que, en el actual contexto, es difícil plantear a las aseguradoras que mejoren estas bonificaciones. “Estamos en momentos en que los costos suben y los tribunales impiden que las isapres aumenten los precios, pese a que hay evidencias concretas: por ejemplo, hace una década las licencias médicas alcanzaban el 18% de la cotización legal y ahora consumen el 25%. Por eso, con esta política de control de precios a través de tribunales, lo que se afecta es la calidad del servicio, la innovación y las nuevas coberturas que podrían entregar las aseguradoras a sus afiliados”.