Encontré esta columna titulada Felicidad a la Orden en la revista El Sábado de El Mercurio, aparecida el 7 de mayo del 2005.
A palos (amor y aprendizaje)Por Eugenia Weinstein
Si Ud. se enamora una y otra vez del mismo tipo de personaje, o termina siempre con problemas similares aunque se relacione con personas diferentes, probablemente esto no sea simple coincidencia. Quizás está repitiendo dolores antiguos que aún no logra identificar. Si necesita sentirse elegido y sin embargo insiste en enamorarse de personas con temor al compromiso, o le tiene miedo al abandono y se busca amantes poco disponibles afectivamente, o se ha propuesto encontrar armonía en su vida pero se empeña en acercarse a parejas caóticas e inestables, o sintiéndose solo manifiesta una atracción fatal por los indiferentes, probablemente esté repitiendo compulsivamente heridas mal curadas de relaciones anteriores.
Los vínculos amorosos, primero con los padres y después con otras personas significativas, dejan huellas imborrables. Así, las experiencias vividas van conformando una programación emocional que inconscientemente induce durante el transcurso de la vida a buscar situaciones afectivas similares a las experimentadas anteriormente, más allá de si fueron positivas o negativas.
Atraídos por los que les parece familiar y conocido, una vez en la relación de pareja los enamorados, sin darse cuenta, imitan la actuación de alguno de sus progenitores, o se comportan con los mismos miedos y deseos que experimentaban frente a ellos, o intentan reproducir en sus relaciones amorosas adultas lo que les era satisfactorio de niños, o huyen irracional y reiterativamente de todo lo que les recuerde alguna herida del pasado, o insisten en las mismas conductas fallidas que tuvieron con consortes anteriores. No aprenden de la experiencia, replicando lo que previamente los llevó a sufrimientos y fracasos. Sin querer, e intentando salir esta vez airosos de los conflictos pendientes, repiten los mismos esquemas de antes, ya se trate del abandono, del maltrato, de la indiferencia, del engaño, de la exclusión, del rechazo, de la descalificación o de la falta de cariño. En vez de cambiar lo que les duele, reiteran nuevamente con más de lo mismo.
Quizás Ud. se quedó atrapado en los dolores o los placeres de la infancia o involuntariamente se ha convertido en rehén de un desamor no superado, o se involucra en relaciones sólo porque necesita llenar un vacío sin detenerse a considerar si son adecuadas para Ud. Debe revisar qué modelos de pareja le transmitieron sus padres, tíos o abuelos y qué otras experiencias vitales pueden haberlo marcado. Sin quererlo puede estar reeditando guiones que corresponden a relaciones amorosas del pasado. Para liberarse, recrea repetidamente el mismo argumento, aunque sea en roles diferentes, sólo para volver a sentir la misma imposibilidad e impotencia que padeció anteriormente. Quizás se las arregla para formar parejas disfuncionales porque es un experto en ellas.
Las relaciones amorosas, debido a su intimidad, continuidad e intensidad, son un terreno fértil para el surgimiento de conflictos emocionales mal resueltos de la niñez, la adolescencia o inclusive de la vida adulta. Los amantes, buscando una reparación mágica a sus heridas, en vez de curarlas tienden a establecer modalidades de relacionarse que las hacen sangrar de nuevo. Incapaces de mirarse por dentro y de asumir la responsabilidad que les cabe en sus fracasos, tienden a repetir los mismos errores y a imitar involuntaria y reiteradamente sus propios desaciertos. Por eso le sugiero detenerse, no hacerse más trampas a sí mismo y revisar en conciencia la historia de sus vínculos. Analice sus actitudes y conductas buscando descubrir el patrón redundante, asimile la experiencia aunque le duela y saque por fin las lecciones que le permitan los cambios que Ud. tanto necesita. No pierda más tiempo y frene el sufrimiento. Porque a la larga, y después de haberse tropezado una y otra vez con la misma piedra, no le quedará más que aprender. Ojalá que no sea a palos.
A palos (amor y aprendizaje)Por Eugenia Weinstein
Si Ud. se enamora una y otra vez del mismo tipo de personaje, o termina siempre con problemas similares aunque se relacione con personas diferentes, probablemente esto no sea simple coincidencia. Quizás está repitiendo dolores antiguos que aún no logra identificar. Si necesita sentirse elegido y sin embargo insiste en enamorarse de personas con temor al compromiso, o le tiene miedo al abandono y se busca amantes poco disponibles afectivamente, o se ha propuesto encontrar armonía en su vida pero se empeña en acercarse a parejas caóticas e inestables, o sintiéndose solo manifiesta una atracción fatal por los indiferentes, probablemente esté repitiendo compulsivamente heridas mal curadas de relaciones anteriores.
Los vínculos amorosos, primero con los padres y después con otras personas significativas, dejan huellas imborrables. Así, las experiencias vividas van conformando una programación emocional que inconscientemente induce durante el transcurso de la vida a buscar situaciones afectivas similares a las experimentadas anteriormente, más allá de si fueron positivas o negativas.
Atraídos por los que les parece familiar y conocido, una vez en la relación de pareja los enamorados, sin darse cuenta, imitan la actuación de alguno de sus progenitores, o se comportan con los mismos miedos y deseos que experimentaban frente a ellos, o intentan reproducir en sus relaciones amorosas adultas lo que les era satisfactorio de niños, o huyen irracional y reiterativamente de todo lo que les recuerde alguna herida del pasado, o insisten en las mismas conductas fallidas que tuvieron con consortes anteriores. No aprenden de la experiencia, replicando lo que previamente los llevó a sufrimientos y fracasos. Sin querer, e intentando salir esta vez airosos de los conflictos pendientes, repiten los mismos esquemas de antes, ya se trate del abandono, del maltrato, de la indiferencia, del engaño, de la exclusión, del rechazo, de la descalificación o de la falta de cariño. En vez de cambiar lo que les duele, reiteran nuevamente con más de lo mismo.
Quizás Ud. se quedó atrapado en los dolores o los placeres de la infancia o involuntariamente se ha convertido en rehén de un desamor no superado, o se involucra en relaciones sólo porque necesita llenar un vacío sin detenerse a considerar si son adecuadas para Ud. Debe revisar qué modelos de pareja le transmitieron sus padres, tíos o abuelos y qué otras experiencias vitales pueden haberlo marcado. Sin quererlo puede estar reeditando guiones que corresponden a relaciones amorosas del pasado. Para liberarse, recrea repetidamente el mismo argumento, aunque sea en roles diferentes, sólo para volver a sentir la misma imposibilidad e impotencia que padeció anteriormente. Quizás se las arregla para formar parejas disfuncionales porque es un experto en ellas.
Las relaciones amorosas, debido a su intimidad, continuidad e intensidad, son un terreno fértil para el surgimiento de conflictos emocionales mal resueltos de la niñez, la adolescencia o inclusive de la vida adulta. Los amantes, buscando una reparación mágica a sus heridas, en vez de curarlas tienden a establecer modalidades de relacionarse que las hacen sangrar de nuevo. Incapaces de mirarse por dentro y de asumir la responsabilidad que les cabe en sus fracasos, tienden a repetir los mismos errores y a imitar involuntaria y reiteradamente sus propios desaciertos. Por eso le sugiero detenerse, no hacerse más trampas a sí mismo y revisar en conciencia la historia de sus vínculos. Analice sus actitudes y conductas buscando descubrir el patrón redundante, asimile la experiencia aunque le duela y saque por fin las lecciones que le permitan los cambios que Ud. tanto necesita. No pierda más tiempo y frene el sufrimiento. Porque a la larga, y después de haberse tropezado una y otra vez con la misma piedra, no le quedará más que aprender. Ojalá que no sea a palos.