Incluyo entrevista realizada a Fred Alan Wolf, aparecida el martes 8 de agosto del 2006 en la Revista Ya del diario El Mercurio. El es un físico que aparece en la película-documental "What de bleep do we know":
Fred Alan Wolf, físico cuántico y escritor:
"Hay que dejar ir los malos pensamientos"
De visita en Chile durante la semana pasada para participar del seminario "El poder del pensamiento", este científico estadounidense expuso su revolucionaria teoría, que sostiene que cada persona, a través de su pensamiento, puede cambiarse a sí misma y a la realidad que lo rodea. Aunque a veces se vea atrapada por una adicción a las malas emociones o por un errado concepto de lo que es la felicidad. "De la misma manera en que se puede ser feliz viendo una película triste, se puede estar feliz en otras circunstancias negativas de la vida. Para eso hay que desterrar la idea de que sólo se es feliz cuando se cumplen una serie de condiciones, y que si éstas no se dan la persona no encuentra la felicidad", argumenta.
Si el carisma fuera sinónimo de sabiduría, el doctor en física teórica Fred Alan Wolf seguramente tendría un sitial privilegiado entre los sabios del mundo. A sus 71 años, erudición no le falta. Es autor de una decena de libros, que firma con su seudónimo de "Dr. Quantum", y ha sido profesor invitado en varias universidades europeas y norteamericanas, pero no son precisamente sus conocimientos los que deslumbran cuando se presenta por primera vez ante sus interlocutores.
Su imán más poderoso es la forma que utiliza para transmitirlos, cualquiera sea el público que tenga al frente: antes de contestar una pregunta, primero se toma un respiro y luego sonríe a la audiencia. Luego, empapa cada una de sus palabras en la emoción que busca hacer aflorar en quienes escuchan su mensaje. Para él no existen las respuestas planas. Todas en algún momento incluyen una risa, un llanto, un grito, un largo silencio si es necesario.
Con esa clave ha logrado que su mensaje llegue no sólo a los oídos de la comunidad científica, sino también a los de las personas comunes y corrientes, a quienes busca sensibilizar sobre su particular teoría acerca de la estrecha conexión que existe entre las leyes del universo y la mente humana, y que a través de nuestros pensamientos podemos cambiar la realidad que nos rodea y, por ende, a nosotros mismos. Así también lo hizo aquí en Chile la semana pasada, en el seminario "El poder del pensamiento", organizado por Exhibits y que lo tuvo como invitado estrella junto al científico nacional Eric Goles y a la sicóloga Pilar Sordo.
La base de los postulados de Wolf nacen a partir de la física cuántica, una aproximación científica que estudia el comportamiento de las moléculas invisibles al ojo humano, y que evidencia que todas las ecuaciones y reglas que sirven para predecir el comportamiento de los bloques de materia - como que el agua siempre hierve a 100°C- no funcionan a la hora de saber cómo se comportará una partícula en solitario; su conducta siempre es impredecible. En términos simples, asegura que la base del mundo está regida por el azar y la libertad.
Lo que hace el Dr. Quantum es llevar esta conclusión al terreno del ser humano, transformar las leyes físicas a algo así como un eficaz manual de autoayuda: "Si las partículas son libres, nosotros también lo somos de poder cambiar nuestro comportamiento", sentencia. Si a ese nivel de la materia no existe ninguna ley que rija su comportamiento, las personas también podemos, a través del pensamiento, estimular cambios en nuestro cuerpo que permitan transformar la realidad y dar un vuelco a nuestras vidas. Nada está escrito; no existe el no puedo; no hay permiso para ser eternamente víctimas de las cosas malas que nos ocurren, porque está en nuestras manos hacer un giro.
¿Cómo hacerlo? "Suena como algo sin sentido o loco", advierte en un principio Wolf, "pero es posible, y no necesitas ser un experto en física cuántica para saberlo. Sólo debes descubrir el poder que hay en ti para lograrlo. No puedes cambiar una botella de Coca-Cola, porque es un bloque de materia muy grande, pero sí puedes influir en cosas más pequeñas, como tus neuronas, enzimas o procesos bioquímicos del cerebro. Yo creo en eso, en que el poder del pensamiento influye en establecer nuevas redes neuronales, una bioquímica diferente".
Si la mente es capaz de modificar químicamente al cuerpo, entonces los pensamientos positivos desembocarán en buenos mensajes para las células del cuerpo, y los malos pensamientos activarían neurotransmisores que enviarán malos mensajes a las células, lo que terminará deteriorando la calidad de vida. "De ahí que dependa de nosotros dejar de ser sólo observadores pasivos de la realidad, creyendo que no podemos hacer nada por intervenirla", explica el especialista. "Porque la realidad no es sólo el mundo físico. Es la relación de la mente con ese mundo físico la que crea la percepción de realidad".
Entre la ciencia y mística
Cómo llegó Fred Alan Wolf a elaborar este pensamiento es una "larga, larga historia", confiesa riéndose. En 1974, once años después de haber obtenido su doctorado en Física Teórica en la UCLA, fue llamado por un miembro de la Universidad de París para que se integrara como profesor visitante. Mientras estuvo en esa ciudad europea, un día llegó a sus manos un libro sobre Kabbalah - un sistema filosófico que enseña que los principios universales también afectan a nuestras vidas- y al leerlo notó que sus postulados eran muy parecidos a los de la física cuántica. "Hasta ese entonces yo no era nada de místico, era un matemático muy serio, un científico real (risas). Pero luego de leer ese libro me di cuenta de que la física y el kabalah tenían dos miradas complementarias del mundo. La física da una forma matemática y lógica, y el kabalah, una forma mística, espiritual".
Luego de esa experiencia, Wolf se abrió a la búsqueda de esta unión entre la disciplina lógica y la visión mística. En su periplo vivió distintas experiencias con las tradiciones aborígenes de México, Brasil y Perú, donde compartió con chamanes y se conectó con la sabiduría ancestral. También se dedicó a escribir libros sobre el tema, donde habla de la relación de la física y la conciencia.
Esa visión fue la que lo llevó a participar hace un par de años de la película-documental "What the bleep do we know?" (¿Qué diablos sabemos?, no estrenada en Chile), que reunió a una selección de científicos de distintas áreas que, a través de distintos argumentos, sostenían la tesis central de la película, muy en sintonía con sus propios postulados: si los seres humanos fueran más conscientes de la realidad que los rodea, a través del poder que tienen con su pensamiento, se darían cuenta de que es más fácil de lo que piensan cambiar el curso de sus vidas.
En la cinta se muestran dos ejemplos, con validez científica según quienes los exponen, que hablarían de este poder del pensamiento. El primero, realizado en 1993 en Washington, donde se convocó a 4.000 voluntarios para participar de una jornada de meditación que tenía como resultado bajar los índices de criminalidad en la ciudad. Como resultado, éstos se redujeron en un 15%. El otro, realizado por el neurofisiatra japonés Masaru Emoto, que dispuso varios frascos con agua destilada durante toda una noche. A cada frasco lo sometió a diferentes pensamientos, como el amor, el odio y la violencia. A la mañana siguiente fotografió los cristales de agua, y evidenció que aquellos que habían estado expuestos a mensajes como "te amo" eran hermosos, y los que habían recibido un "te odio, muérete", eran deformes y horribles.
"Si el pensamiento puede hacer eso por el agua, ¿qué podría hacer por tu cuerpo?", se pregunta la película.
Ambas evidencias han sido cuestionadas por la comunidad científica, restándole validez al documental. De hecho, el mismo Wolf no se ha salvado del escepticismo con que algunos pares científicos ven sus aseveraciones. Sin embargo, él tampoco está totalmente convencido de la replicabilidad de estos trabajos en otras circunstancias - requisito indispensable para creer como válidos los resultados de un experimento- , pero su teoría sí comparte el postulado inicial, y también otros, como que los seres humanos muchas veces somos "adictos" a nuestras emociones, buenas o malas, y que por eso es tan difícil cambiar de actitud aunque nos lo propongamos.
Adicciones, tristeza y felicidad
Según Wolf, nos convertimos en adictos a nuestras emociones cuando no somos capaces de distinguir que somos nosotros mismos quienes estamos constantemente boicoteándonos, enrostrándonos nuestros defectos en vez de hacer algo por mejorarlos. En el camino de superar esa adicción, poco y nada ayuda aferrarse a los pensamientos, explica, y desliza una solución al conflicto. "Hay que dejar de preocuparse tanto. No hay que tratar de ser más de lo que se es. Sólo sea. Deje que sus malos pensamientos lleguen como una nube, y luego déjelos ir. Siempre vendrá otra nube: mírela, pero no sea la nube, sólo deje que se vaya. Se irá; por más terrible que sea ese pensamiento, aparecerá, flotará y luego desaparecerá. Y por más feliz o bonito que sea ese pensamiento, también se irá. Hay que ser personas que miran la nube en vez de amarrarse a la nube de la felicidad o la infelicidad, porque las nubes se evaporan, y así lo hacen los pensamientos".
Respecto a la felicidad, también tiene su postulado, una conclusión con la que coronó su participación en el seminario al que asistió aquí en Chile: "¿Qué hay que hacer para alcanzar la felicidad?¿Cuántas veces ha llorado por una película triste, pero está feliz? Está llorando, pero está contento. ¿Cierto? De la misma manera en que se puede ser feliz viendo una película triste, se puede estar feliz en otras circunstancias negativas de la vida. Para eso hay que desterrar la idea de que sólo se es feliz cuando se cumplen una serie de condiciones, y que si éstas no se dan la persona no encuentra la felicidad".
De visita en Chile durante la semana pasada para participar del seminario "El poder del pensamiento", este científico estadounidense expuso su revolucionaria teoría, que sostiene que cada persona, a través de su pensamiento, puede cambiarse a sí misma y a la realidad que lo rodea. Aunque a veces se vea atrapada por una adicción a las malas emociones o por un errado concepto de lo que es la felicidad. "De la misma manera en que se puede ser feliz viendo una película triste, se puede estar feliz en otras circunstancias negativas de la vida. Para eso hay que desterrar la idea de que sólo se es feliz cuando se cumplen una serie de condiciones, y que si éstas no se dan la persona no encuentra la felicidad", argumenta.
Si el carisma fuera sinónimo de sabiduría, el doctor en física teórica Fred Alan Wolf seguramente tendría un sitial privilegiado entre los sabios del mundo. A sus 71 años, erudición no le falta. Es autor de una decena de libros, que firma con su seudónimo de "Dr. Quantum", y ha sido profesor invitado en varias universidades europeas y norteamericanas, pero no son precisamente sus conocimientos los que deslumbran cuando se presenta por primera vez ante sus interlocutores.
Su imán más poderoso es la forma que utiliza para transmitirlos, cualquiera sea el público que tenga al frente: antes de contestar una pregunta, primero se toma un respiro y luego sonríe a la audiencia. Luego, empapa cada una de sus palabras en la emoción que busca hacer aflorar en quienes escuchan su mensaje. Para él no existen las respuestas planas. Todas en algún momento incluyen una risa, un llanto, un grito, un largo silencio si es necesario.
Con esa clave ha logrado que su mensaje llegue no sólo a los oídos de la comunidad científica, sino también a los de las personas comunes y corrientes, a quienes busca sensibilizar sobre su particular teoría acerca de la estrecha conexión que existe entre las leyes del universo y la mente humana, y que a través de nuestros pensamientos podemos cambiar la realidad que nos rodea y, por ende, a nosotros mismos. Así también lo hizo aquí en Chile la semana pasada, en el seminario "El poder del pensamiento", organizado por Exhibits y que lo tuvo como invitado estrella junto al científico nacional Eric Goles y a la sicóloga Pilar Sordo.
La base de los postulados de Wolf nacen a partir de la física cuántica, una aproximación científica que estudia el comportamiento de las moléculas invisibles al ojo humano, y que evidencia que todas las ecuaciones y reglas que sirven para predecir el comportamiento de los bloques de materia - como que el agua siempre hierve a 100°C- no funcionan a la hora de saber cómo se comportará una partícula en solitario; su conducta siempre es impredecible. En términos simples, asegura que la base del mundo está regida por el azar y la libertad.
Lo que hace el Dr. Quantum es llevar esta conclusión al terreno del ser humano, transformar las leyes físicas a algo así como un eficaz manual de autoayuda: "Si las partículas son libres, nosotros también lo somos de poder cambiar nuestro comportamiento", sentencia. Si a ese nivel de la materia no existe ninguna ley que rija su comportamiento, las personas también podemos, a través del pensamiento, estimular cambios en nuestro cuerpo que permitan transformar la realidad y dar un vuelco a nuestras vidas. Nada está escrito; no existe el no puedo; no hay permiso para ser eternamente víctimas de las cosas malas que nos ocurren, porque está en nuestras manos hacer un giro.
¿Cómo hacerlo? "Suena como algo sin sentido o loco", advierte en un principio Wolf, "pero es posible, y no necesitas ser un experto en física cuántica para saberlo. Sólo debes descubrir el poder que hay en ti para lograrlo. No puedes cambiar una botella de Coca-Cola, porque es un bloque de materia muy grande, pero sí puedes influir en cosas más pequeñas, como tus neuronas, enzimas o procesos bioquímicos del cerebro. Yo creo en eso, en que el poder del pensamiento influye en establecer nuevas redes neuronales, una bioquímica diferente".
Si la mente es capaz de modificar químicamente al cuerpo, entonces los pensamientos positivos desembocarán en buenos mensajes para las células del cuerpo, y los malos pensamientos activarían neurotransmisores que enviarán malos mensajes a las células, lo que terminará deteriorando la calidad de vida. "De ahí que dependa de nosotros dejar de ser sólo observadores pasivos de la realidad, creyendo que no podemos hacer nada por intervenirla", explica el especialista. "Porque la realidad no es sólo el mundo físico. Es la relación de la mente con ese mundo físico la que crea la percepción de realidad".
Entre la ciencia y mística
Cómo llegó Fred Alan Wolf a elaborar este pensamiento es una "larga, larga historia", confiesa riéndose. En 1974, once años después de haber obtenido su doctorado en Física Teórica en la UCLA, fue llamado por un miembro de la Universidad de París para que se integrara como profesor visitante. Mientras estuvo en esa ciudad europea, un día llegó a sus manos un libro sobre Kabbalah - un sistema filosófico que enseña que los principios universales también afectan a nuestras vidas- y al leerlo notó que sus postulados eran muy parecidos a los de la física cuántica. "Hasta ese entonces yo no era nada de místico, era un matemático muy serio, un científico real (risas). Pero luego de leer ese libro me di cuenta de que la física y el kabalah tenían dos miradas complementarias del mundo. La física da una forma matemática y lógica, y el kabalah, una forma mística, espiritual".
Luego de esa experiencia, Wolf se abrió a la búsqueda de esta unión entre la disciplina lógica y la visión mística. En su periplo vivió distintas experiencias con las tradiciones aborígenes de México, Brasil y Perú, donde compartió con chamanes y se conectó con la sabiduría ancestral. También se dedicó a escribir libros sobre el tema, donde habla de la relación de la física y la conciencia.
Esa visión fue la que lo llevó a participar hace un par de años de la película-documental "What the bleep do we know?" (¿Qué diablos sabemos?, no estrenada en Chile), que reunió a una selección de científicos de distintas áreas que, a través de distintos argumentos, sostenían la tesis central de la película, muy en sintonía con sus propios postulados: si los seres humanos fueran más conscientes de la realidad que los rodea, a través del poder que tienen con su pensamiento, se darían cuenta de que es más fácil de lo que piensan cambiar el curso de sus vidas.
En la cinta se muestran dos ejemplos, con validez científica según quienes los exponen, que hablarían de este poder del pensamiento. El primero, realizado en 1993 en Washington, donde se convocó a 4.000 voluntarios para participar de una jornada de meditación que tenía como resultado bajar los índices de criminalidad en la ciudad. Como resultado, éstos se redujeron en un 15%. El otro, realizado por el neurofisiatra japonés Masaru Emoto, que dispuso varios frascos con agua destilada durante toda una noche. A cada frasco lo sometió a diferentes pensamientos, como el amor, el odio y la violencia. A la mañana siguiente fotografió los cristales de agua, y evidenció que aquellos que habían estado expuestos a mensajes como "te amo" eran hermosos, y los que habían recibido un "te odio, muérete", eran deformes y horribles.
"Si el pensamiento puede hacer eso por el agua, ¿qué podría hacer por tu cuerpo?", se pregunta la película.
Ambas evidencias han sido cuestionadas por la comunidad científica, restándole validez al documental. De hecho, el mismo Wolf no se ha salvado del escepticismo con que algunos pares científicos ven sus aseveraciones. Sin embargo, él tampoco está totalmente convencido de la replicabilidad de estos trabajos en otras circunstancias - requisito indispensable para creer como válidos los resultados de un experimento- , pero su teoría sí comparte el postulado inicial, y también otros, como que los seres humanos muchas veces somos "adictos" a nuestras emociones, buenas o malas, y que por eso es tan difícil cambiar de actitud aunque nos lo propongamos.
Adicciones, tristeza y felicidad
Según Wolf, nos convertimos en adictos a nuestras emociones cuando no somos capaces de distinguir que somos nosotros mismos quienes estamos constantemente boicoteándonos, enrostrándonos nuestros defectos en vez de hacer algo por mejorarlos. En el camino de superar esa adicción, poco y nada ayuda aferrarse a los pensamientos, explica, y desliza una solución al conflicto. "Hay que dejar de preocuparse tanto. No hay que tratar de ser más de lo que se es. Sólo sea. Deje que sus malos pensamientos lleguen como una nube, y luego déjelos ir. Siempre vendrá otra nube: mírela, pero no sea la nube, sólo deje que se vaya. Se irá; por más terrible que sea ese pensamiento, aparecerá, flotará y luego desaparecerá. Y por más feliz o bonito que sea ese pensamiento, también se irá. Hay que ser personas que miran la nube en vez de amarrarse a la nube de la felicidad o la infelicidad, porque las nubes se evaporan, y así lo hacen los pensamientos".
Respecto a la felicidad, también tiene su postulado, una conclusión con la que coronó su participación en el seminario al que asistió aquí en Chile: "¿Qué hay que hacer para alcanzar la felicidad?¿Cuántas veces ha llorado por una película triste, pero está feliz? Está llorando, pero está contento. ¿Cierto? De la misma manera en que se puede ser feliz viendo una película triste, se puede estar feliz en otras circunstancias negativas de la vida. Para eso hay que desterrar la idea de que sólo se es feliz cuando se cumplen una serie de condiciones, y que si éstas no se dan la persona no encuentra la felicidad".
Comentarios
Publicar un comentario